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Los  problemas que surgen en la pareja a lo largo del tiempo suelen ir acompañados por las diferentes fases que atraviesa el amor, que según algunos autores, varía en sus niveles de romanticismo, de compromiso, de intimidad y de pasión según avanza la relación.

La primera etapa es la “fase del enamoramiento” en la que se experimentan emociones positivas de gran intensidad hacia la otra persona. En esta fase se actúa con impulsividad sin esperar nada a cambio, y tanto el romanticismo como la pasión alcanzan sus niveles más elevados. Esta etapa dura aproximadamente un año.

En la segunda etapa, aumentan tanto el amor como el nivel de confianza y se mantiene el nivel de pasión. Normalmente, esta etapa se suele mantener durante cinco años más.

Sin embargo, en la tercera fase (aproximadamente a partir del quinto año) disminuyen tanto la pasión, como el romanticismo mientras siguen aumentando los niveles de compromiso y de intimidad en las parejas que mantienen unida su relación.

Este es el curso natural de una persona que está enamorada de su pareja. Por tanto, es normal que en determinados puntos de la relación, disminuyan los momentos de romanticismo o de demostraciones de afecto. Sin embargo, en muchas relaciones de parejas, puede ser difícil aceptar el cambio de fases y puede provocar problemas con reproches mutuos, esperando recuperar las emociones y los comportamientos típicos de fases anteriores, como en el enamoramiento.

Para mantener una pareja a lo largo del tiempo, es importante saber identificar cuáles son los mitos románticos que hacen que tengamos falsas expectativas de la relación. Porque tal vez, puede que empecemos a exigir actitudes que no corresponden a la fase en la que nos encontramos, debido a la falsas creencias como por ejemplo: «Si mi pareja no es cariñoso/a conmigo, significa que ya no está enamorado/a». De esta forma, conseguiremos reducir la ansiedad que nos provocan determinadas situaciones y podremos aceptar que aunque mi pareja no haga en cada momento lo que yo deseo o espero, no significa que no me quiera o que las cosas vayan mal.

Es habitual no entender o no querer aceptar las diferentes fases y este hecho puede provocar un aumento en las discusiones, que unido a los problemas externos que afecta a cada miembro de la pareja provocan problemas de comunicación, distanciamiento y malestar en la relación. Cuando esto sucede, la relación “se quema”, porque existen más intercambios negativos que positivos en la pareja. Y por lo general, a este punto, se suele llegar por un cúmulo de situaciones que se van produciendo durante un largo periodo de tiempo.

Llegados a este punto existen dos únicas soluciones: o dejarlo, o arreglarlo. Porque si no tomamos ninguna decisión, lo más probable es que la situación de malestar continúe.

Sin embargo, para tomar una decisión es importante darse cuenta de que la relación de pareja es cosa de dos, tanto para bien como para mal. Si de verdad quieres solucionar las cosas, tu pareja también tiene que estar decidido/a a mejorar. A partir de ahí es fundamental empezar desde cero, y actuar con cariño, sin rencores, ni reproches, trabajar el autocontrol, saber tranquilizarse, tener mucha paciencia y empezar a actuar como te gustaría que tu pareja actuara contigo.

Recuerda que para empezar a recibir, primero tienes que empezar a dar 🙂

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