659 360 397 / 954 165 259 info@mspsicologos.com

La ansiedad es una reacción fisiológica de nuestro organismo que a nivel biológico tiene la capacidad de proteger nuestra supervivencia ante una situación de lucha o huida. Los síntomas de ansiedad preparan nuestro organismo para luchar y defenderse de algún ataque que puede ser real o imaginario.

Los síntomas de ansiedad eran adaptativos en la antigüedad  cuando el ser humano salía todos los días de su cueva a luchar contra un oso o un mamut para conseguir comida para alimentar a su familia. Continuamente estaban en estado de alerta y gracias a eso lograron la supervivencia de la especie. En tiempos primitivos la ansiedad servía para algo.


En nuestra sociedad actual, en raras ocasiones tenemos la necesidad real de luchar o huir, sólo en situaciones objetivamente peligrosas o catastróficas estaría justificada una reacción fisiológica de ansiedad, como el ataque de un depredador, una catástrofe natural o un incendio. Porque ¿quién tiene la necesidad real de proteger su supervivencia diariamente?, ¿acaso nos enfrentamos a situaciones de vida o muerte en nuestro día a día? Entonces ¿por qué nos agobiamos tanto con situaciones cotidianas? 

Esto quiere decir, que una persona que manifiesta síntomas de ansiedad en su vida diaria, interpreta las situaciones cotidianas como si fueran catastróficas, peligrosas, insoportables u horribles, pero ¿para qué sirve esa ansiedad?, ¿sirve para proteger nuestra supervivencia? Deberíamos preguntarnos si nos sirve para algo más que para sufrir.

Pongamos un ejemplo. Una madre que tenga pensamientos negativos del tipo: «es horrible que mi hijo haya suspendido un examen», «soy una mala madre», «mi hijo fracasará toda la vida», podría sentir emociones como miedo, culpabilidad, inseguridad o ansiedad, que podrían llegar a producir síntomas como taquicardias, sudoración, tensión muscular, o dificultad para respirar.

Si hay padres, que afrontan el fracaso escolar de su hijo con entereza, confianza y serenidad ¿por qué otras madres sufren tanto? Si la situación es la misma ¿por qué dos personas pueden percibirla de formas tan diferentes? ¿Cuál es la diferencia?

Pues la gran diferencia está en la persona, y no en las circunstancias. Personas ansiosas pueden valorar esta situación y otras muchas como algo catastrófico y desastroso. Lo importante no es la realidad de la situación, sino cómo cada uno interpreta sus propias circunstancias y las cosas que suceden a nuestro alrededor. 

 

De esto precisamente se encarga la terapia cognitivo-conductual y la terapia racional emotiva. De analizar los pensamientos negativos que sólo nos sirven para sufrir y para limitar nuestros recursos. La terapia cognitivo-conductual nos enseña a generar pensamientos más positivos y adaptativos que nos ayudan a sentirnos mejor con nosotros mismos y a afrontar de forma más eficaz y productiva nuestras circunstancias.

Ahora te preguntamos nosotros ¿para qué te sirve la ansiedad? 🙂

Leer más…